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lunes, 23 de diciembre de 2013

“Un cuento mágico”

dragón

Nadie puede retener un dragón eternamente

Sabía que tarde o temprano este momento llegaría. Dejarte libre, ver cómo desplegaban tus alas y sentir tu aliento despidiéndose de mi por última vez, ese momento en el que ya no regresarías a mi , tendría que llegar. Mi necesidad de ti, haría que tu libertad en un momento fuese más fuerte y necesaria, pues no se puede atrapar el mar en una copa de vino, ni el viento en un suspiro, no se puede tener lo que no nos es dado.

Me aferraba a la posibilidad de que no crecieras,  que, encerrado en tu pequeña jaula de cristal, permanecieras simplemente agazapado esperando una caricia, una palabra mía, una sonrisa, un simple gesto; que solo eso fuese necesario y que en algún momento simplemente, desaparecieras. Eras tan mágico, tan irreal … En aquel rincón que construí para ti existían más seres imaginarios como tú, pero ninguno se parecía a ti. Ninguno con tu presencia ni tu ausencia, ninguno con tu brillo, con tu halo de príncipe alado, ninguno con tus ojos penetrantes hasta lo más profundo de mi alma, ninguno con tu suavidad ni tu forma de hacer ni de querer, ¿cómo imaginar que crecerías así?

Al fin y al cabo, cuando te encontré eras tan , tan pequeño…

Acurrucado entre los acebos encontré tu cuerpo frágil y asustado. Mi primer pensamiento fue confuso, de extrañeza y curiosidad y eso fue lo que me animó a acercarme a tu singular presencia. (¿Un dragón ? desaparecerá con el tiempo). Con apariencia fuerte y hostil tu fondo se me descubría día a día como un refugio de suaves pensamientos donde descubrir algo más que un animal extraño, extinguido, raro, inquietante, sorprendente… y allí acudí hasta que decidí llevarte conmigo, en este rincón donde creí que por ser tan excepcional, durarías un instante. Pero en aquella jaula fuiste creciendo hasta hacerte más fuerte, más grande, más poderoso, se quedaban pequeños esos rincones para tus grandes alas. Tu fuego quemaba dentro de mí, ansioso por arrasar aquello que encontrase a su paso y tu singular anatomía se retorcía de dolor en aquel pequeño espacio tan reducido. Mi egoísmo no permitía tu ausencia , sin embargo, tu presencia me llenaba de felicidad e insatisfacción al mismo tiempo, pero ver tus ojos tristes, tus alas rotas, tu falta de aire… tenía que liberarte, sabiendo que me liberaría a mi misma de la confusión y la duda que me propiciaba retenerte. Aún con miedo, aún sabiendo que dejar libre un ser extraordinario, sabiendo que mis otras pasiones y sentimientos, tantos  seres irían contigo… aún así, entendía que era lo mejor para los dos; para ti, para que por fin fueses libre , para volar donde siempre debiste ir, para volver al lugar donde probablemente nunca debí sacarte, pues vivir dentro de mi, en aquella jaula de cristal, en aquel rincón a veces escondido,  no era tu destino. Y para mi, que con toda la extraña sensación que provocan las despedidas de las pasiones más profundas, en el fondo de mi corazón, sabía que era lo que debía hacer.

Y una tarde en que tu inquietud era más grande y notaba tus ganas de huir, abrí la puerta del escondite cristalino donde te mantenía oculto. Tu cuerpo fue desperezándose poco a poco delante de mí  desplegando toda la majestuosidad de tu maravilloso ser, abriste las alas desafiante y por un instante creí que acabarías conmigo, que mi vida terminaría allí, contigo. Nunca sabré qué quisiste decirme. Tus ojos negros, profundos, se clavaron unos instantes en los míos y contemplé lo inmensamente grande que realmente eras. Me asusté y comprendí que la decisión de dejarte ir era lo mejor que podía hacer. Aunque te echaría de menos, a veces de más, aunque tu presencia seguiría inquietándome durante mucho tiempo. Aún noto el calor de tu aliento, lo que me quisieron decir tus alas, el latir de tu corazón que se resume en una sola frase “los dragones no nos pertenecen”.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Cuando uno lo comprende todo

(relato inconcluso de la comprensión incomprendida)

No se trataba ya de tener el alma herida y rota en incertidumbre y en dos grandes mitades a las que no saber a cuál atender primero. Esa etapa ya estaba en otro momento de la historia. La comprensión que ahora le invadía le proporcionaba un desasosiego, una inquietud, un desaliento, impropios de la etapa dulce en que vivía su cuerpo. Porque allí solo estaba un pedazo físico de quien era. El resto, ya no pertenecía a ese espacio que ocupaba  la materia de la que estaba conformado. El resto, lo que realmente dolía y quemaba con una sinrazón infinita, era saber que  nada podía hacer, frente a lo que se le abría descorazonadoramente certero.

Saberlo, entenderlo, quererlo, amarlo, comprenderlo, todo aquello que por fin se le ofrecía con la desesperanza del que sabe que lo tiene todo perdido, se hacía cada día más insoportable.

Era fácil cuando estaba ausente. Lo difícil eran sus encuentros. En fugaces retazos de alegría, se abrazaba a la mísera migaja que de algo parecido a la posibilidad, él le ofrecía; aún sabiendo que no le pertenecía, que aquello con lo que soñaba no le era concedido, se aferraba a sus palabras y estrujaba su significado hasta encontrarle el sentido que necesitaba para seguir siquiera soñando con una suerte distinta. Encontrarle había sido lo mejor y lo peor que le había sucedido. Saber que existía, que la casualidad le había abierto los ojos, diciéndole “ es él” pero no ahora, ni ayer ni lo será mañana.

Ahí estaba. La causa de su felicidad y al mismo tiempo su desdicha. Soñar con una historia que no le pertenecía, que no era la suya, ni se le asemejaba y que de algún modo, sin saber cómo, era la que siempre habría querido. En el momento en el que lo comprendió, no sé si la vida se le puso del derecho o del revés, no sé si es más fácil a veces ser ignorante de todo y seguir hacia adelante sin mirar siquiera de reojo, por si algo nos invita a salir de nuestro encierro. Y ahora que lo sabía, ¿qué iba a hacer? ¿Seguir como si nada?

domingo, 17 de noviembre de 2013

Como Pandora

Qué cosas aparecen en las mudanzas… creo que tenía 20 años

No es la ciudad, es quien está en ella.

No es el lugar, es quien lo habita.

Allí donde estés quiero estar y seguro sería el mejor lugar del mundo para reconfortarme.

Y hoy quisiera ser como Pandora: abrir las páginas de este cuento, y que la luna te cante en sueños cada uno de los capítulos que se esconden en sus páginas selladas a cal y canto. Que te lleguen en ese momento entre la vigila y el sueño, el alba y el anochecer, entre susurros y nubes de terciopelo y te cante lo que en ellos de verdad se esconde, calla y guarda mi corazón.

Porque no me es dado. Porque amo en un solo sentido sinsentido, en una sola dirección donde no hay retorno ni vuelta ni revuelta ni destino. Porque no llegué a tiempo ni en el momento. No soy yo la que te espera encendida ni te peina en la mañana ni sueña a tu lado. Ni seré, ni me toca. Qué difícil es esto de lo platónico!! Qué difícil se hace callar porque dicen que el silencio es menos dañino!!

Mi deseo sería ser quien te acune y abrace en las noches de frío.     Y escuchar tus iras, aciertos y desaciertos, encuentros y desencuentros. Aquella con la que anheles descansar tu fatiga, acallar tu llanto, y pasar las noches riéndote de cualquier cosa vana. Esa con la que cualquier instante sea eterno y la eternidad parezca efímera,  la noche y el día tan solo un segundo. Pero no me toca. lo sé y no solo lo presiento sino que pese a mi deseo, ya ha venido la realidad a buscarme.

Pero pasa el tiempo y no se pasa… dime ¿qué hago contigo?

Me ha hecho gracia, porque ni siquiera recuerdo a quién se lo escribí. Me parece recordarle vagamente, pero ni pizca del amor ese desgarrador que seguía relatando páginas más abajo. Creo que para estas cosas de los sentimientos igual subo que bajo pero en el fondo , la gente como yo, con tanto drama para lo bueno y lo malo, al final somos una panda de superficiales que dejamos de amar en cuanto nos dan una buena razón para hacerlo, a veces simplemente basta con que no te dejen comprar la cortina del color que te gusta o colocar un simple cuadro… o discutir porque la cena está fría.

Me da a mi que esto de la cosa romántica es mucho más liviano de lo que nos hacen sentir en las películas y que todo se resume en algo mucho más ligero que tanto peso y tanta carga de que me muero por los huesos de nadie, ya ves, no me he muerto, ni por aquel de los 20 años, ni creo que a estas alturas, me de por llorar por los rincones.

Es que hoy estoy desenamorada, qué se le va a hacer. A ver mañana.

Mejor me guardo la caja de nuevo, no vaya a ser…

domingo, 21 de julio de 2013

La Plancha

El año pasado fue “El lavavajillas”.

No podía faltar un post este verano dedicado a otro electrodoméstico, aunque esta vez, no la haya liado yo.

Vivo en un barrio de Madrid en frente de “La Peineta”

¡¡Qué contentos nos vamos a poner si al final nos acaban concediendo las Olimpiadas!! Unos más y otros menos, pero justo desde aquí, desde la ventana de mi casa, asoma tímida entre los árboles del parque un pedacito de la soberbia corona del Estadio que yo no sé si se ha utilizado alguna vez, pero que ahí está, a escasos metros.

Un poco más allá, “Las Musas”; esas ninfas del agua que se dice nos aparecen a aquellos que decimos crear de vez en cuando. Yo no sé por qué se llama así, pero algún día me pararé a averiguarlo, ahora no toca; el caso es que el barrio lleva ese nombre, la estación de metro, también. La verdad es que es bonito, ¿no?. Bien, pues a “Las Musas” tenemos que ir para situar nuestro relato de hoy.

A “Las Musas” voy andando a comprar a un establecimiento de esos de marcas blancas apañaditos; no es donde más compra hago sino del que cojo la típica bolsa que llevo sin problemas dándome un paseo majo, me da el aire, veo a gente de barrio (de esa que me gusta a mi) me encuentro de vez en cuando a algún colega, echo un vistacillo a varias tiendas… es que aquí “arriba” es todo como más residencial, menos mío.

Justo cuando salgo del comercio, hay un colegio. Una calle estrecha acompaña su valla; a la derecha de la misma, las terrazas del edificio casi te tocan los hombros, porque los bajos están a ras del suelo y esta callecita termina en una especie de aparcamiento pequeño (como una calle sin salida) vecinal . Es muy cortita, apenas 15 metros. Por ahí paso yo cuando vuelvo del comercio, y el otro día, pasó algo curioso. Veréis:

Antes de llegar a cruzar por la calle estrecha que termina en esta especie de aparcamiento, veo a lo lejos un enorme señor puesto en jarras de espaldas. La situación era esta: unos cincuenta, semi perfil, camiseta ajustada color arena del desierto sudada dejando entrever media barriga al aire y peluda, pantalón de camuflaje por debajo de una especie de calzoncillo (digo yo, blanco) por donde, además, asomaba  (ya sabréis, ya) la hucha; media rodilla flexionada, unas alpargatas negras con el talón remetido para dentro…. y de repente, mano a la boca… y se saca un palillo!!!

Me paro en seco. ¿Qué hace ese hombre en mitad de la calle estrecha? Me pica la curiosidad, claro. Pero no por el personaje, sino porque al mirar sus alpargatas… observo… una manguera de cable blanco que  va desde sus pies hasta…. el tercer piso!!! tengo que verlo, esto tengo que verlo, así que con cuidado, y como una vulgar cotilla, me acerco unos pasos y me camuflo detrás de una de las terrazas de los bajos. ¡¡ Tengo el sitio perfecto para vigilar!!

Y desde ahí lo veo todo. Y ya para qué quiero más. La manguera blanca desemboca… en una plancha!!!! Que sobre una mesita de camping de esas plegables el buen hombre utiliza para planchar unos paños de ganchillo, unas fundas de cojín , lo que parecen las fundas de asiento…. viva el barrio!!!

Un taxi abierto de par en par.  Alfombrillas por el suelo. Un cubo de fregar con sus útiles de lavado, una aspiradora!! Y el “radio-olé” a medio volumen y un “naino, naino, naino…” que sale de su boca… yo no puedo dejar de verlo!! Es fantástico. Se saca el palillo, se emociona con la canción (si me pilla, no tengo pies para correr…) y mira hacia arriba entornando los ojos y mueve la cabeza de un lado a otro, como muy ladino, y se agarra el pecho con sentimiento, pero del “naino, naino, naino…” no pasa, eso sí, unas veces, con más fuerza que otras, como muy sentido, casi con desgarro y quejío…me encanta el movimiento de la plancha, su arte pim, pam, pum… le mete unos golpazos a la pobre mesa de camping!! La escena es mágica!! Lo que darían muchos guionistas por contemplar lo que yo veo! por maginar si quiera que algo así sea cierto! Porque siempre la realidad supera la ficción, siempre.

Cuando ya estoy dispuesta a irme , pensando que no puede pasar nada más y que esto es digno de cualquier comedia, oigo…. “Manoooooloooooooooo…” me asomo un poco, y veo a una mujer y lo que parece algo rojo desde el tercero. Dice Manolo: “espera mujer”. Muy aprisa, pero con mimo, recoge la plancha, los pañitos, limpia un poco la mesa, y se coloca en jarras primero,  con los brazos extendidos, después, el mismo palillo en la boca,  como esperando algo que “mujer” le va a lanzar desde el tercero (como es de imaginar, yo sigo escondida).

Y allá va!! Veo que algo rojo desciende desde el tercero y como estoy en un sitio poco visible para ver el otro lado , solo oigo algún golpe que otro y a Manolo decir, “cuidao,cuidao, cuidaaaaaooo” con lo que , hasta que no está la cosa en el suelo, mejor, hasta que no lo pone al lado de la mesita, que es lo que veo mejor, no puedo verlo del todo. Y ahí está. Rígida, blanca y roja, como las de antaño. Sujeta por una cuerda de tender pero bien atada… una ¡¡bolsa nevera!! Claro, solo faltaba ella. Y ya, Manolo me remata, le adoro!!

Así que Manolo, saca del maletero del coche una sillita plegable, de esas de rafia, sin respaldo, que se terminaban rompiendo, lo que no sé, es cómo no la ha roto ya. Se sienta. Abre la bolsa nevera. Y con mucha tranquilidad, coloca un mantelito, una servilleta de cuadros, saca una latita de aceitunas, que sirve en un plato deshechable, un plato ya preparado con embutido y lo que parece tortilla y una botella con vino y casera o tinto de verano o algo así, con su vaso correspondiente… yo ya no puedo más. Me va a ver alguien ahí metida y la “Vieja el visillo “ va a pasar a la historia a mi lado.

Decido que ya es hora de salir de ahí y marchar para casa. Eso sí, como tengo que pasar al lado de Manolo, algo tengo que decirle, faltaría,más, así que según paso a su vera, hago como que me pesa la bolsa, me paro y le digo… “que aproveche”, y Manolo con mucha educación, se limpia la boca, se levanta y me dice, “¡Eeeeea!”

¡¡ Menudo arte!!

domingo, 23 de junio de 2013

Carta

No hay destino, no hay un un quién ni un cómo

sólo un folio en blanco, un corazón

y palabras…

Llegué

Pero mi fortuna  no sabía que me acunarías  sobre la almohada de la ternura hecha beso, que mi pluma revolotearía loca entre la realidad y el deseo y que las musas, me mantendrían volada entre el sueño y el embeleso que provocaba el saberte cada día en el mismo lugar, en el mismo instante, a la misma hora.


Seguí

Y mis miradas se cruzaban traviesas con las tuyas sin atreverse a detenerse por allá demasiado tiempo. Y  cuando un pequeño calor asomaba en mis senos y mejillas al saber tus ojos sobre los míos, enseguida lo disfrazaba de un ligero movimiento confuso y una sonrisa loca. Y  atacándome  un extraño pudor que me envolvía, regresaba a ser la poco cuerda que en momentos quería creer que era.

Inventé

Diferentes nombres para escaparme , incluso olvido, distancia, lejanía, incoherencia, estupidez… pero en un momento en que 360 estrellas surgieron en una noche tan oscura como fría, donde tu olor no recordaba y se disipaba con ellas, donde, creí que sería el momento preciso de matar tu esencia… aquello que pretendía ,se revolvió contra mí y lejos de aliarse conmigo, me llenó de más ausencia y más deseo en el momento de tu regreso.

Luché

Y conseguí mantenerme erguida ante la confusión, mi caos, mi perplejidad y mi duda, mi desaliento y mis tripas revueltas llenas de restos de todos los colores. Cuando los sentimientos se rompen, se hacen trozos y se quedan por todos los rincones de tu cuerpo hasta que uno es valiente o puede o quiere deshacerse de ellos. La carne se te agrieta y el alma se encoge y no la encuentras. Pero poco a poco tu ser se recompone. Escoges con mucho cuidado las piezas de tu pequeño rompecabezas y te rehaces de nuevo. Ahora con más cuidado y más tino, eligiendo con amor, con suavidad, muy lento para intentar no volver a equivocarte. Será que se consigue.

Volví.

Y me acurruqué entre las sábanas de la nostalgia. Allí quedé un rato, abrazada en mí misma, demostrándome afecto, queriéndome como en un acto de consuelo, hasta que una sonrisa dibujó mi rostro cansado. Un mechón de pelo oscuro cayó sobre mi cara y al respirar profundamente comprendí el olor que traía impreso:  la felicidad efímera, la alegría que recordaría siempre, el tiempo que pasé imaginando cómo hubiese sido… una mano firme apartó ese mechón de pelo de mi cara y sentí tu aliento cerca del mío. Por fin tus ojos se clavaban en los míos y ya no había razón para sentir vergüenza ni apartarlos. No sé cuánto tiempo allí estuvimos, aguantándonos tan cerca sin decirnos nada. Sólo sé que mientras en ese infinito instante nos lo decíamos todo, tu mano suave y poderosa acariciaba cada rincón de mi alma y lo único que ansiábamos más que nada era estar así, frente a frente, diciéndonoslo todo sin decirnos nada.

Desperté

Y esperaba encontrarte, pero no era la casa, ni tú, ni el sitio, no había nada. En mis sueños todo parecía tan fácil… nada había cambiado. Y sin embargo todo cambiaba. Una grieta en la pared del cuarto me advertía de poner en orden todos mis cuadernos, los del alma y los otros. El viaje hacia la cordura se imponía de inmediato si no por los demás, más bien por uno mismo.

Escuché en el aire una sonora carcajada. Y volví a encontrarme con tu risa.

Y lo entendí todo:  la risa era lo único real de nuestra historia.

sábado, 22 de junio de 2013

Soñar contigo - ZENET

¿Me dejas?

Déjame esta noche... soñar contigo,
déjame imaginarme en tus labios los míos,
déjame que me crea que te vuelvo loca,
déjame que yo sea quien te quite la ropa.


Déjame que mis manos rocen las tuyas,
déjame que te tome por la cintura,
déjame que te te espere aunque no vuelvas,
déjame que te deje, tenerme pena.


Si algún día diera con la manera de hacerte mía,
siempre yo te amaría como si fuera siempre ese día,
qué bonito seria jugarse la vida, probar tu veneno,
que bonito seria arrojar al suelo la copa vacía.


Déjame presumir, de ti un poquito,
que mi piel sea el forro de tu vestido,
déjame que te coma solo con los ojos,
con lo que me provocas yo me conformo.


Si algún día diera con la manera de hacerte mía,
siempre yo te amaría como si fuera siempre ese día,
qué bonito seria jugarse la vida, probar tu veneno,
que bonito seria arrojar al suelo la copa vacía.


Déjame esta noche... soñar... soñar... contigo

jueves, 20 de junio de 2013

Mi piano

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Hoy hace un día perfecto para no salir de casa.

Aunque ya he salido. He vuelto del médico. Pero eso no es salir, es ir a lo que hay que ir y ya.

Lo primero que he pensado al abrir los ojos, es : “vaya, un día de llovizna otra vez”, ya ves tú, hoy que tenía pensado salir a dar un pequeño paseo, já, qué casualidad (lo confieso: ayer ya sabía que llovería y es que estoy de un perruno…). Asi que no salgo más, vaaaaya por Dios.

He decidido entonces abrir el ordenador y trastear en mis cosas. Cosas que, por cierto, tengo olvidadas de hace tiempo. Eso , y que me ha llamado mi compañero para ayudarle con los informes de los pequeñajos, pues manos a la obra!!!  y como no tengo mucha hambre …(bendita medicación!!! algo bueno sacaré de todo esto)

Aparece una carpeta por ahí, en el escritorio que dice “Canciones” pues ea, lo abro a ver qué contiene. Nada más y nada  menos que cuatro composiciones “a cappella” casi del mismo día. Exactamente… una Nana del 2 de Julio y las otras tres del 16. Creo que por esas fechas andaba yo con una melancolía perfecta para escribir cosas excesivamente románticas, tremendistas y rozando de una manera nada sutil , la cursilería. Las escucho. Me gusta la Nana me gusta otra que se llama “Mariquilla” y las otras dos… bueno, producto de mi locura por entonces. Me quedo pensando en que no recuerdo si las escribí o no, pero lo que está claro es que creo que las canté del tirón, porque encuentro mogollón de lapsus de esos que una tiene cuando no salen las palabras. Es más, creo escuchar un “mmm” jajaja. Pero bueno, creo que son pasables. Pasables para lo que son: mero contenido dentro de la carpeta que reza “canciones” nada más. Como punto de partida podrían servir.

Ya sé dónde está el fallo: no tengo mi piano.

Ahí está. ¡Qué ganas de tocarlo de nuevo, madre mía! Aunque suponga otra  mudanza, me da lo mismo. Necesito ser yo con mis antiguallas que me hacen tan feliz. Solución: buscar un sitio para mi piano, pero aquí no cabe, ya tenemos un problema.  Como no caben tantas otras cosas… porque últimamente ni sitio para la alegría hay.

Precisamente el otro día estuvimos hablando de él, de su transporte y de si era conveniente o no, como si eso fuese negociable, por favor, es que nadie me conoce todavía? 

La conversación empezó de un modo muy sutil . Recuerdo que hablé por teléfono con mi madre y me propuso la idea de reemplazarle: “mujer, sólo es una tartana, tiene martillos rotos, está viejo, lo compramos hace tanto… te compro uno nuevo, yo te lo regalo, uno mejor, con sordina…” ¡¡miiiiira qué gracia tiene!! ¡¡con sordina!! ¡¡para que no se oiga!! y para qué demonios quiero yo tocar un piano que no se va a oir? aaaaah, para no molestar al compañero. Al compañero le molesta mi piano? le molesto yo? qué se esconde tras esto? -¡¡Mamá, le digo!! es el único recuerdo que tengo de mi padre!! -(Claro, esto a mi madre le hace mucha gracia porque yo a mi padre no le recuerdo pero ante esta cosa tan dramática que yo digo, ella se calla y asiente. Es que yo cuando quiero, me puedo poner muy Pantoja, así, con mucho de folclórica, vamos que no creo que os cueste mucho imaginarme.) Algo de eso hay, pero no sé hasta qué punto es más apego al propio piano que a mi padre, aunque sí es verdad que es el contacto más físico que yo he tenido de él (aunque parezca una bobada).

Mi piano ha sido parte de mi. Y aunque sea viejo, tenga martillos rotos, no tenga sordina, esté desafinado… es el objeto que más me ha aguantado en este mundo. Con el que más he sufrido y con el que más me he reído, con el que más me he desahogado, con el que he llorado y he compuesto y recompuesto mis pequeñas tragedias (qué dramática, madre mía!!). Alrededor de él se han vivido grandes y pequeños momentos que forman parte de la pequeña historia de mi vida. Es parte de mi, porque sí, porque uno siempre tiene algo que va consigo. Unos tienen un peluche, una cámara de fotos, una vieja almohada, unas zapatillas, y yo tengo mi piano, y… (esperad que hago cuentas) hace exactamente 15 años que no estás conmigo. Uf, demasiado tiempo. Hace 15 años que le echo de menos y cada día siento que le necesito más. Le he reemplazado por otras cosas así como de plástico y electrónicas, con sus infinitas posibilidades, con sus maravillosos sonidos, con sus increíbles faltas de afinación, vaya, hasta tocan solos!!! La facilidad de transporte es maravillosa!!Pero su dulzura, su tacto, su calidez, su rudeza, ese si bemol y ese fa sostenido escacharrado que me chirriaba cada vez que pasaba por él, esa necesidad de acariciarle casi como pidiéndole permiso antes de profanarle (porque a veces, he de confesar, que más que tocarle, al pobre, le caía una paliza encima), ese acto delicado de comunicación donde conversábamos según él y yo tuviésemos el día, ese pasarte el polvo susurrándole melodías que luego haría suyas… eso, sólo ha sido con él. Me falta. Y le necesito. Urgentemente.

Entonces, cuando el otro día, surgió la siguiente pregunta : “¿y para qué lo quieres?” , sólo pude responder “¿y para qué me quieres tú a mi?” Creo que la compañía de mi mirada sentenció la escena.

Comprendió que siempre seríamos tres.

lunes, 25 de marzo de 2013

Tienes que ser feliz. Ya te toca

Para alguien a quien quiero mucho y se despide de mi cercanía.

(Tú sabes quién eres)

No puedes no serlo. Ya no.

Has derribado muros y roto con tantos absurdos esquemas estigmatizados… has llorado tantas noches vacías sin aliento que te acompañe, has buscado tanto en lo más profundo de tu alma varada en esa playa oscura, has viajado tanto en busca de tu propio yo, has volado en sueños de esa realidad que te oprimía, has tardado tanto en despertar… que después del naufragio, tras esa cortina que te envolvía no dejándote ser quien eres, ya no te queda otra que ser feliz.

Para ello, no sólo has decidido romper con tus propias cadenas sino que emprendes un viaje hacia lo más profundo de ti y te dejas llevar (después de meditarlo mucho, eso sí, no vaya a ser que tanta libertad nos haga daño…-ayayayyy- ) hacia un destino donde todo lo que te espera es desconocido, extraño pero a la vez, estás tan ilusionada que nada puede salir mal. Porque los que te queremos, queremos que así sea, porque la distancia no va a permitir que los buenos deseos te lleguen en forma de viento de ese que dicen cálido y primaveral, como el de allí. Tú sabes.

Te quiero. Y te quiero valiente, así, decidida, con ganas, con los bolsillos llenos de alegrías, ilusiones, sueños, verdades… Te quiero por lo que eres y por cómo eres y te quiero libre, feliz, con ganas de comerte la vida a pequeños grandes pasos.

Y sé que te voy a echar de menos, y ya me muero de ganas por saberlo todo!! si has llegado bien, cómo está la primavera por allí, si has estrenado el delantal… ( jajaja) si las risas son las esperadas, si un abrazo cálido y firme te ha reconfortado… y cierro los ojos y te imagino: con tu preciosa risa encendida sobre tu rostro pensando por qué no habrías dado el paso antes, por qué cruzar los dedos y salir al encuentro de lo desconocido a veces nos da tanto miedo, por qué huele tan bien la alegría… y cómo no haberla probado antes!!!

Te deseo todo lo mejor, de corazón, porque sí, porque ya toca, te toca y no puedes hacer otra cosa. Porque la vida pasa, rápida, con una energía y una sinrazón que nos confunde y hay que agarrarse fuerte a lo que verdaderamente nos importa, sea lo que sea, seas como seas, pase lo que pase. Yo aquí estaré esperando. Esperaré con ansia tus palabras y más aún , las espero mágicas, como mariposas que revolotean a contraluz. Y espero tu risa cantando y contando todo lo que tu corazón quiera contarme, porque no deseo otra cosa que verte saltar y brincar de felicidad.

Y aunque tengo un poco de angustia cuando pienso en la distancia que nos separa (no he contado kilómetros, pero deben ser una jartá) y me apriete un nudo en la garganta y una inoportuna lágrima quiera asomar en mis ojos, la sonrisa me puede al pensar en que esto es lo que querías, lo que debías y que lo tenías que hacer y el momento era ahora; así que sólo puedo imaginarte entre pucheros y alegrías.

Sólo me queda decirte una cosa más…

Buena suerte!!!!

miércoles, 20 de febrero de 2013

La canción

“Silencio

No cantes

No la busques

simplemente…

siente”

piano1

Las teclas del piano desafinado se escuchaban en la habitación vacía, sin muebles, sin cortinas, sin ella…

Quería escribir la canción más bonita del mundo, pero esa ya estaba escrita. Necesitaba romper algo. Y se desahogaba golpeando con una furia infinita las teclas blancas de un marfil desgastado por el paso del tiempo. Las negras mantenían su color, las blancas, adornadas con manchas de un extraño dolor añejo, pulsaban duras, sin aire, sin aliento… Se esforzaba por que apareciera la sutil armonía que envuelve los sentidos cuando la música es pura, sin mancha, cuando nace inesperada del fondo del alma… A veces esa melodía se sueña, a veces, cimbrea nuestra cintura, a veces se imagina, a veces aparece en nuestros labios dejando entrever una sonrisa con sabor a néctar mágico… a veces nos encuentra, otras, la encontramos nosotros, pero siempre nos busca. El secreto está en tener los oídos bien abiertos para aceptarla, en un maravilloso encuentro donde se realiza el acto de amor más puro. Un encuentro donde el amor se siente, se toca, se ve… un encuentro donde creador y musa culminan su retozo en un orgasmo que va crescendo al son de armónicos, saltos, acordes, bemoles, sostenidos… para dejarte extasiado con ganas de volver a tener ese lunático encuentro.

Cerró los ojos. Buscó en los más profundos rincones de su existencia a ver si había algo. ¿Dónde estás? ¿Por qué hoy no vienes?

Respiró profundamente y simplemente … se dejó llevar.

En un acto instintivo, se levantó de la banqueta y abrió la ventana, dejando que olores y sabores inundaran su día. El sonido de una cafetera anunciando un estallido de marrones exquisitos estaba listo y el olor a pan recién horneado le recordó a las mañanas de sábado donde en la cocina de su madre, charlaban alegremente mientras degustaban un humilde pan calentito con aceite y planeaban el fin de semana. El recuerdo de su madre siempre le dibujaba una leve sonrisa, una sonrisa que apenas asomaba a la comisura de sus labios, pero que quedaba inmune a cualquier imprevisto durante un largo tiempo en su corazón. Y ahí estaba la inspiración que necesitaba.

La magia está en lo cotidiano -se dijo- y con el recuerdo de esas mañanas frías, cálidas, húmedas, con la nostalgia de cualquier mañana al lado de su madre, volvió a sentarse en el piano.

Acarició suavemente las teclas blancas ahora frías pero cercanas, y poco a poco fue explorando cada uno de esos pequeños rincones ocultos muy adentro por parecerle demasiado sencillos.

La música comenzó a llenar la habitación, las notas fluían a una velocidad inesperada, creciendo ágiles en cada movimiento de sus dedos, la alegría volvía a sus manos, y una armonía de colores infinitos decoraba cada espacio de la vacía estancia. Una débil melodía emergió sin darse cuenta de su boca y de pronto, se oyó a sí misma cantando pura poesía llegada de lo más precioso de sus recuerdos; todo se ordenaba, los amantes decididos rompieron el silencio y el amor a  lo sutil, a lo sencillo ,a lo que realmente perdura reinó en la estancia y se hicieron uno solo en la inercia del deseo por crear.

Entonces …nació ella.

martes, 29 de enero de 2013

Momentos

La vida se compone de momentos.

Uno va caminando por el lugar que ha elegido o que le ha tocado en suerte, y van sucediendo cosas. Cosas que te llenan, que te vacían, que te hacen llorar, que dejan que broten la risa, cosas que no olvidas o que simplemente no te interesan… Pero a cada paso de nuestra existencia, surge algo inesperado.

No quiero perderme ni uno solo de los momentos de mi vida: sea este de ahora mismo, en el que escribo sin saber muy bien dónde quiero llegar, ya sea el de mañana , cuando vaya al trabajo con la radio puesta y me miren los de los coches de alrededor porque voy yo sola a carcajada limpia, ya sea en el que 21 milagros me reciben con una sonrisa y un beso… o incluso el instante en que meto la pata y tengo que solucionarlo rápidamente… me da igual, pero esos instantes, son míos y mi egoísmo los necesita.

Me gusta mi vida y me gustan los momentos que me gustan (estaría bueno, no me gustan todos) . Los que no, pues los ignoro y me quedo con los buenos.

Que la vida vuela y en mi viaje, sólo quiero llevar una sonrisa puesta.

¿y tú?

El breve espacio en que no estás

Me hubiese gustado que alguien me escribiese una canción así.

Me hubiese gustado y me gustaría que fueras tú quien me la escriba… porque aún estás a tiempo.

Simplemente dime “ no eres perfecta, más te asemejas a lo que yo… simplemente soñé” . Porque tú lo eres para mi. ¿es posible?

 

Todavía quedan restos de humedad,
sus olores llenan ya mi soledad,
en la cama su silueta
se dibuja cual promesa
de llenar el breve espacio
en que no estás...


Todavía yo no sé si volverá,
nadie sabe, al día siguiente, lo que hará.
Rompe todos mis esquemas,
no confiesa ni una pena,
no me pide nada a cambio de lo que dá.


Suele ser violenta y tierna,
no habla de uniones eternas,
mas se entrega cual si hubiera
sólo un día para amar.
No comparte una reunión,
mas le gusta la canción
que comprometa su pensar.


Todavía no pregunté "¿te quedarás?".
Temo mucho a la respuesta de un "jamás".
La prefiero compartida
antes que vaciar mi vida,
no es perfecta, mas se acerca
a lo que yo simplemente soñé...


Suele ser violenta y tierna,
no habla de uniones eternas,
mas se entrega cual si hubiera
sólo un día para amar.
No comparte una reunión,
mas le gusta la canción
que comprometa su pensar.


Todavía no pregunté "¿te quedarás?".
Temo mucho a la respuesta de un "jamás".
La prefiero compartida
antes que vaciar mi vida,
no es perfecta, mas se acerca
a lo que yo simplemente soñé...