Llevo varias noches soñando contigo. Siempre te tengo presente, qué quieres, te sigo echando de menos. Y no sé por qué, cuando llega el verano, estás más aún.
Te escribí esta canción hace años, en un momento en que había que dejarte ir. Ando pensando en la música desde entonces, pero no brota.
Quizá la sueñe esta noche, mientras te ríes y te siento tan feliz…
TERESA
¡Cómo quisiera darte un par de alas para volar!
y, como dice el poeta:
un castillo de diamantes,
una jaula hecha de oro, zapatitos de cristal.
¡Cómo quisiera alfombrarte de claveles el camino!
que cuando pises de frente,
el olor de la mañana,
me diga que ya te has ido.
Teresa, me queda el consuelo de haberte querido
la ternura de los días, donde así te he conocido
Teresa, que la vida tiene estos toques de amargura
que te vuelven de repente y cantan las penas mudas
Y una guitarra que toque, tu nombre en la madrugada
que suenen viejos romances
y la luz de las morgas, iluminen tu viaje
y una luna brille al fondo
y sean tu pasaporte
y mariposas a coro cantarán qué fue tu vida,
¡cuántas cosas nos dejaste,
mira que te llevas vida!
Me quedaré con tu risa
con tus juegos en mi espalda
con los cuentos que me diste
sin pedirme nada, nada,
me quedan tantos momentos
tantos años que vivimos
que llevaré tu recuerdo
hasta el día de mi olvido
Y en tus ojos se dibuja, la esperanza de repente
de viajar sin equipaje, sin ropajes que te pesen
de acordarte de los sueños, de unas nuevas ilusiones
de todos los ratos buenos, de nuevas y viejas canciones
Teresa…
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