Hoy he estado contigo. Tenía ganas de verte, muchas, pero me pasa como siempre. Cuando no sé qué hacer o qué decir, prefiero esconder la cabeza debajo del ala como el avestruz.
No sé si estoy asustada o soy una cobarde o la más egoísta de todas las mujeres, pero cuando veo esa tristeza en tus ojos… no la soporto. Y lejos de intentar estar contigo y hacerte feliz, huyo como las balas de tu lado. Justo, seguramente, cuando más me necesitas.
Lo siento, te pido mil perdones por no estar a tu altura, por no ser siquiera un pequeño reflejo de quien tú eres, por no darte ni la décima parte de lo que mereces, por no corresponderte con el amor que me has tenido desde que me supiste y más aún desde que tu soledad inundó nuestra vida.
Te quiero. Te quiero como no te imaginas, pero estoy asustada. Estoy cansada de que tu vida no sea serena y calma. Estoy cansada de no poder hacer nada y de salir corriendo de tu lado por no saber cómo hacer. Yo también tengo miedo por él. De alguna forma vino a nuestras vidas y se instaló y forma parte de ella. Y tampoco quiero que le suceda nada, no deseo que sufra, ni que tú lo hagas tampoco.
Tu vida no ha sido fácil , pero nunca te has quejado. Siempre he visto una sonrisa en tu rostro, pudiendo con todo, valiente, serena, decidida, la más enérgica de todas las mujeres, pero hoy… He visto a una mujer derrotada, herida, incómoda, asustada… y esa no eres tú. No eres quien yo conozco y a quien admiro. Tienes razón, hasta los más fuertes tienen derecho a llorar de vez en cuando, pero algo te inquieta, algo te pasa y no lo dices…no puedes y no quieres. Y no sé si me asusta más por ti o por mi. Porque si te hundes… me hundo contigo, porque si te asustas, no sé si tenga fuerzas para reconfortarte, porque si te entristeces… no sé si pueda devolverte la risa. Hoy no he podido. Y he salido huyendo. Perdóname si no sé cómo hacer las cosas, pero soy frágil, ojalá tuviese la enésima parte de fuerza que tú, pero hoy he sido consciente de que si tú flaqueas, mi fuerza se esfuma.
Y eso también me da miedo: saber que te necesito tanto que me duele.
Y es que eres quien me dio la vida, quien me la cuidó, quien tuvo paciencia en mis malos momentos, quien soportó mi rebeldía, quien creyó en mi, quien peleó por lo justo, quien supo levantarme en mis momentos bajos, quien lo dio todo por casi nada, quien luchó sola contra el mundo y conmigo, quien hizo de payaso, de showman, de anfitriona, de todo… por ver una sonrisa de esta pequeña idiota que se equivoca tanto, que ya no sabe cómo compensarte.
Si pudiese ahora, si tuviese valor para ir a tu encuentro, te pediría que me arrullases y me cantases como entonces, te acuerdas? Necesito en este momento el calor de tu regazo, el sitio más increíble jamás inventado, el lugar donde todo se olvida y uno encuentra un refugio, el mejor sitio para soñar, para reír y también para llorar. Porque a mi también me pasan cosas, pero hago como si nada, aunque me lo has visto en los ojos… y eso también me ha puesto en guardia. No es el momento de decir… sino de sentir.
Ahora es tarde. Mañana iré a tu encuentro y te diré que te quiero. Te diré bajito también que aún con mi torpeza, me tienes. Y voy a estar ahí para cuidarte. Siempre. Porque me lo diste todo a cambio tan solo de verme feliz. Y lo fui. Y lo he sido después siempre gracias a tus cuidados, consejos, caricias, alegrías…Y aunque ahora una parte de mi vuelva a estar perdida, sé que encontrarás la forma de guiarme por un sendero de estrellas. Porque eres así, luminosa, increíble, preciosa….Intentaré hacer algo parecido, aunque no sé si pueda.
Al fin y al cabo, eres tú la que tiene el nombre más bello del mundo: mamá
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