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viernes, 20 de julio de 2012

El lavavajillas

(Aviso: es un post laaaaaargo, laaargo)

Últimamente no hago más  que liarla como Jaimito.

La última: con el lavavajillas de mi cuñado.

Estoy en el chalé de mi cuñado (por unas historias que no vienen al caso aquí ni ahora) toda reinona. Me levanto tarde, aseo un poco la habitación, me tumbo en la tumbona, me doy un rico baño en la piscina, hago cositas de casa, preparo la comida para el currante que llega hambriento y hoy, que volvemos a nuestra casa, me dice este (el que digo que es el que curra), me dice: “podías poner el lavavajillas”, “tiene toda la razón – pienso- qué menos que colaborar y dejarle todo limpito”. Y  el currante, se va a darle a la paleta otro rato.

Y me quedo a solas con él.

- Lo primero que pienso es: “¿y cómo demonios se pone?” No tendría que ser muy difícil , todos más o menos son iguales. Pues no, este es raro. Tampoco es que yo sea una experta en esto de los lavavajillas; en casa, mi madre sigue fregando los platos y el de mi chico me tiene dicho que lo ponga al 3, y punto pelota. Pero este es diferente. No tiene indicaciones de ningún tipo por ninguna parte, excepto una ruedecita que pone “1,2,3 y 4”… y unos dibujitos al lado con lo que parece ser muchos platos, un plato, una olla… “¡ay dios! – pienso- en qué numerito será?” y decido que el 2 tiene buena pinta, ni mucho ni poco porque el 4 aparece con una especie de ducha que digo yo, sería el aclarado final. Así que, con el impulso que me caracteriza, lo giro al 2. “Bien, – me digo- primera decisión tomada”.

- Segundo momento: “¿dónde estará el jabón de esto?” y me pongo a buscar por toda la cocina. Nada, no encuentro ni pastillitas, ni polvitos de esos que vienen en paquetes grandes “pero yo he dicho que le dejaba todo limpio”, así que sigo en mi búsqueda del limpiaplatos específico. Nada, no lo veo por ninguna parte. Tampoco es mi casa, oiga, como para estar investigando demasiado, así que…”da igual, lo voy sacando poco a poco y lo friego y luego… - me detengo un segundo ante la botella del Fairy ultra- ¿y si?… no, no, que seguro no vale… y por qué no va a valer? si es un friegaplatos igual” Así que, con el siguiente impulso que me invade en el día de hoy ,decido echar Fairy Ultra al friegaplatos.

- Tercer momento: busco el cajoncito del jabón. Leo en la etiqueta del Fairy “una gotita = 20 lavados” ya, y yo que me lo creo. Así que lleno el cajoncito ese donde se echan los polvitos o la pastillita, hasta arriba. Que yo no sé cómo irá el Fairy, pero las marcas blancas (o sea las que yo uso) te engañan y bien. Pues eso, bien de Fairy. Y lo cierro y le doy al botón. Me relajo en un sofá que hay en la cocina viendo la tele y trasteando con el ordenador. Hace mucho calor para salir a la piscina, así que me quedo aquí, que se está fresquito y de paso le echo un ojo a eso, no vaya a ser que…

- Cuarto momento: el horror. Me estaba quedando medio dormida pero algo no me dejaba parar. Oigo un ruido que viene del lavaplatos, una especie de quiero y o puedo, arranco pero no, hago pero no hago, parece que funciono, parece que estoy quieto… bueno, pues vaya tontuna. Pero no miro. Sigo entre el ¿me duermo o no me duermo?. Y suena el teléfono. Ye me incorporo par cogerlo, que lo he dejado encima de la mesa y al girarme… ¡¡aaaaaaghhhhhh!!, una montaña de espuma preciosa y blanca llega hasta la mitad de la cocina, ¿qué demonios es eso? Me levanto espantada  y veo que sale de las juntas del lavavajillas, por todas partes!! por arriba, por abajo, por los lados y sale, y sale y sale… coño, el Fairy!!! pues va a ser verdad que funciona!!! Me da por reír, pero ¿cómo leches recojo la espuma , y cómo lo paro y,y, y…me doy cuenta que me llega la espuma a la espinilla y os juro que no exagero, pero lo peor no es eso, lo peor es que sale a una velocidad de vértigo. Ay madre!!! La cantidad de pensamientos que me han cruzado la cabeza en pocos minutos. Y el teléfono sigue sonando. Uf, me relajo. Lo primero: lo paro. ¿Yyyyyy? lo abro o no lo abro? y si sale agua? encima agua!! no lo abro, me voy a por la fregona, echo todas las bayetas que encuentro  e intento recoger como puedo todo lo que hay por el suelo. Pero la espuma sigue saliendo. Así, que, después de más o menos tener limpio el espacio, lo que ha venido durando unos 10 eternos minutos, me decido abrirlo. Con mucho cuidadito abro un poquito, compruebo que no sale agua… pero tampoco hay platos!! ni vasos!! ni cubiertos!! Sólo veo una montaña espesa de más espuma blanca y bonita que de pronto empieza a esparcirse de nuevo por todas partes…ay, jodida, como ahora tienes espacio… allá que va… y cierro corriendo de nuevo. ¿Qué hago? Vuelvo a limpiar y de repente veo el número 4 con la especie de ducha dibujada… y si? pues eso, ya de perdidos al río. Y le pongo al 4. Cruzo los dedos y la espuma sigue saliendo, pero esta vez en menor medida. Lo paro, miro, parece que funciona. Así que le dejo todo el 4 de nuevo mientras sigue saliendo espuma por todas partes y voy recogiéndola. “Estos dos me van a matar” decido no decirles nada, ¿para qué el disgusto? eso si, siempre y cuando sea capaz de acabar con la dichosa espuma y seguro que acabo con ella, menuda soy yo!!!. Acaba el 4 y abro. Los platos de abajo ya se ven pero siguen teniendo espuma y agua en el fondo. Ya empiezo a estar nerviosa así que, lo saco todo y decido aclararlo y secarlo a mano. Y por si acaso funciona, le voy a poner otra vez el 4.

- Quinto momento: tenía que haber seguido a mi instinto y fregar los platos a mano, que es lo que he terminado haciendo.

- Sexto momento: a ver qué pasa… abro el friegaplatos, ya no hay espuma, pero está ardiendo. Ya está, Rut, para quieta. Se acabó.

- Sétimo momento: lo seco todo, lo guardo (eso sí, ahora estoy muerta de la risa) y decido que tengo que escribirlo. Ya está bien de cosas tristes, vamos a echarle cachondeo al Blog. Y me siento a escribir. Menos mal que me voy para casa esta tarde y no vuelvo hasta no sé cuándo. Calladita estoy mejor. Y total, nadie de la familia me lee… (eso espero, jajajajaja).

- Octavo momento: decido que a partir de ahora voy a comprar Fairy Ultra  y se lo voy a recomendar a todos mis amigos y conocidos. Si, si.

PD: acaba de entrar mi cuñado por la puerta y me ha pillado escribiendo en el ordenador; me pregunta “¿qué haces?” respuesta: “nada, tonterías”.

Pues eso.

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