Me dice un buen amigo…
A veces pasa.
Pasa que el corazón se te parte en dos y las mitades luchan entre sí para ver cuál es más fuerte. Y mientras la pelea surge en tu interior, quisieras tener la posibilidad de vivir dos vidas, de poder amar al mismo tiempo. Porque puedes, porque es posible, porque aunque parezca una falacia, esas cosas te pasan aunque te suene increíble. Pero no está bonito. Porque nadie lo entiende, (bueno, ni siquiera lo cuentas). Una mitad aflora y la otra aguarda callada en silencio esperando que le des alas para volar… Y quieres hacerlo, pero no te atreves. Demasiados prejuicios, demasiados miedos, demasiadas ataduras y complejos que no nos dejan ser quienes somos. Demasiada austeridad con uno mismo. Ni siquiera el otro ser amado es consciente de ello, no dejas que suceda, no hay roce, y te mueres por ella, por darle si quiera un tierno beso. Pero paras, puedes con ello, no dejas que una mirada te confunda, o un simple abrazo ni siquiera una sonrisa. Aunque te ríes con ella, juegas con ella, inventas con ella… pero no dices lo que sientes, tienes miedo y es entonces cuando decides acallar tu corazón: buscas lo cómodo, lo que aparentemente es más fácil, lo que no te inquieta ni te perjudica demasiado, ni hace daño a los otros, porque claro, hay otros. Y piensas que lo mejor es guardar lo que siente esa parte de ti, meterlo en una cajita preciosa adornada con un lazo de color rojo, con una etiqueta pequeñita que diga “imposible” y buscas en tu interior donde tienes guardado aquello que dicen que se llama “platónico” y ahí lo almacenas. Y lo dejas dormir, e inventas una palabra nueva para llamarlo, que normalmente suele ser esa tan especial… amistad.
Pero aunque pasen los días y la distancia se haga grande y parece que todo se relaja, esas cosas que pasan, siguen ahí, y cuando tu mitad se inquieta, se revuelve cuando la oyes, cuando la ves, cuando la piensas… no sé si pueda callarse lo que uno tiene ganas de gritar a los cuatro vientos, de hacer con la intensidad del fuego, de cantar con el volumen de un trueno… no lo sé.
Pero créeme si te digo, que esas cosas pasan.
A ti, ¿no te ha pasado nunca?
Le digo que yo he sido más lista que él. Antes de dejar que el corazón se dividiera, ya tenía preparada la cajita.
Lo que no sé es si podré tenerla cerrada mucho tiempo…
Porque esas cosas , pasan.
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