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viernes, 2 de julio de 2010

Lluvia



Tengo morriña y un poco de nostalgia, es lo que me ocurre cuando llueve; pero se agradece el agua y esta sensación de querer dejarme acurrucar y sumirme a ella, me hace pensar en palabras que me cantaron…



Como este poema de F. García Lorca que esta tarde sueño y que aquí os desvelo.



La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo de somnolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje.



Es un besar azul que recibe la Tierra,
el mito primitivo que vuelve a realizarse.
El contacto ya frío de cielo y tierra viejos
con una mansedumbre de atardecer constante.



Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores
y nos unge de espíritu santo de los mares.
La que derrama vida sobre las sementeras
y en el alma tristeza de lo que no se sabe.



La nostalgia terrible de una vida perdida,
el fatal sentimiento de haber nacido tarde,
o la ilusión inquieta de un mañana imposible
con la inquietud cercana del color de la carne.



El amor se despierta en el gris de su ritmo,
nuestro cielo interior tiene un triunfo de sangre,
pero nuestro optimismo se convierte en tristeza
al contemplar las gotas muertas en los cristales.



Y son las gotas: ojos de infinito que miran
al infinito blanco que les sirvió de madre.


Cada gota de lluvia tiembla en el cristal turbio
y le dejan divinas heridas de diamante. Son poetas del agua que han visto y que meditan
lo que la muchedumbre de los ríos no sabe.



¡Oh lluvia silenciosa, sin tormentas ni vientos,
lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,
lluvia buena y pacifica que eres la verdadera,
la que llorosa y triste sobre las cosas caes!



¡Oh lluvia franciscana que llevas a tus gotas
almas de fuentes claras y humildes manantiales!
Cuando sobre los campos desciendes lentamente
las rosas de mi pecho con tus sonidos abres.



El canto primitivo que dices al silencio
y la historia sonora que cuentas al ramaje
los comenta llorando mi corazón desierto
en un negro y profundo pentagrama sin clave.



Mi alma tiene tristeza de la lluvia serena,
tristeza resignada de cosa irrealizable,
tengo en el horizonte un lucero encendido
y el corazón me impide que corra a contemplarte.



¡Oh lluvia silenciosa que los árboles aman
y eres sobre el piano dulzura emocionante;
das al alma las mismas nieblas y resonancias
que pones en el alma dormida del paisaje!

3 comentarios:

Raquel dijo...

¡Entrada doble! Eso es doble regalo.
Me quedo maravillada de tu capacidad para citar poesías, la verdad es que yo sólo he sido capaz de leerme las rimas de Becquer el resto han sido cosas sueltas.
¿Cómo te encuentras hoy? Espero que la morriña haya vuelto a dejar paso a la vitalidad y alegría que te caracterizan pero sino no pasa nada que hasta los mejores pájaros necesitan dar descanso a sus alas y a sus trinos.

rut dijo...

Raquel ...qué bonito lo que has dicho!!! Ya quisiera yo ser un pájaro y volar o mejor, ser pluma y que me lleve el viento!!

Te invito a que te sumerjas en la poesía. Hay tanto por descubrir...

Creo que yo me aficioné gracias a Gloria Fuertes. Mi madre me compraba sus libros de poesía para niños y me encantaba aprenderme los poemas de memoria, eran pura música, entraban tan bien al oído... Después fueron llegando otros poetas, gracias al colegio y gracias a que en casa había toda suerte de libros. Y yo era muy curiosa.

Y hay tanto poema perdido a la espera de ser rescatado...

María Ángeles dijo...

Siempre mi Rut con esa sensibilidad tan buscada que te hace un ser tan especial. No cambies nunca, y sigue llevando ese amor por la poesía por donde quiera que vayas. Te quiero mucho.
Marigel.