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miércoles, 7 de abril de 2010

Promesas incumplidas

Siempre digo a los demás “no me prometas algo que no seas capaz de cumplir”; las promesas incumplidas me sientan como una patada en la boca del estómago y lo peor, me ponen de una mala leche… me da una rabia…

En el fondo una promesa incumplida me parece una tremenda tomadura de pelo y nunca me ha gustado que me tomen el pelo, sólo cuando yo me dejo, no cuando quiera otro. Pero claro, no estoy en posición de controlarlo todo, es más, creo que últimamente se me escapan las cosas. Mal voy, la verdad.

Me importan un soberano pimiento las promesas de los políticos, ya sé lo que son; pero entras en un juego en el que te dejas engañar, consciente del engaño y muchas veces del autoengaño, porque en el fondo quieres creer que lo que te están prometiendo será verdad… con la falta que nos hace la fe!! y que las cosas se recoloquen.

Más pito todavía me importan las promesas de las cremas de belleza , mascarillas, rímel de pestañas, los gimnasios milagrosos, las dietas hipersupermegarápidas , los aparatitos esos que te dejan la barriga y el culo duro, las pastillas de colores que te quitan hasta lo que no tienes,…anda ya!! (las cremas te pringan la cara, la mascarilla es asquerosa, con el rímel se te terminan cayendo las pestañas…¿sigo?… ¿y lo prometido?…aaaaaaaahhhh? )

Sabemos de sobra cuándo las promesas no son ciertas…venga hombre!! y no me digáis que no, que lo sabemos, pero es más bonito, más ideal, más cursi y más romántico dejarse prometer, que te prometan con la esperanza de que todo sea cierto, aaaaay… si es que andamos por ahí faltos de cariño!!

¡ Y qué decir de las promesas de los padres a los hijos!! pero esas se perdonan, en el fondo son tiernas; al menos yo las recuerdo con una sonrisa boba en los labios… (pero ojo, hay una que la saco a relucir de vez en cuando, jejeje, qué tía más caprichosa soy, por favor!!).

He prometido cosas que luego no he podido o no he sabido o, lo más grave, no he querido cumplir. Lo siento, de corazón, de veras que sí y me he sentido y me siento fatal por ello.

Pero lo peor de todo, lo que realmente no puedo soportar son las promesas que me hago a mí misma y que SOY INCAPAZ de cumplir. Con esas me desespero, me enfado conmigo misma y en ese tiempo de enfado, pierdo el tiempo cuando en realidad lo que debería estar haciendo es cumplirme lo prometido. UF!!, qué coñazo es hacer difícil lo fácil… ¿Y por qué? pues no sé, aún ando revisando los motivos: vaguería, pereza, comodidad (estúpida que es una, pues si las cumpliera me sentiría mejor) pero creo que lo peor, es que cuando me prometo algo, hago tal ejercicio de imaginación de lo que voy a hacer , que cuando tengo que ponerme manos a la obra, ya parece que lo he hecho una y mil veces. Veamos un ejemplo: me prometí a mi misma salir a correr todos los días al menos 10 minutos (promesa incumplida, faltaría más!!). Pues bien, llega la hora y empiezo a visualizar la escena dentro de mi cabeza: “ahora me levanto, voy a la habitación, me planto el chándal, las zapatillas (uf! tengo que buscarlas en el armario), me pongo las lentillas, abro la puerta de casa, salgo a la calle (hará frío, calor, lloverá?) pongo un pie en el parque y doy el primer paso… uy!, no, por ahí no, que hay un grupo de chavales y seguro que me ponen a parir, y por ahí tampoco, que unos tíos musculosos andan haciendo flexiones…ainnss… las mamás…buenooooo…con los carritos (recordemos que todo esto aún lo estoy imaginando antes de siquiera levantarme de la silla), entonces por allá…. derecha, izquierda, derecha , izquierda…madre mía, cómo cuesta… aguanto 10 minutillos más o menos, me voy a casa, cómo sudo!!, me tengo que duchar y luego voy a estar reventada….mejor…NO SALGO A CORRER.” Total, que este ejercicio de imaginación ha durado unos 10 minutos y he decidido que NO VOY; es más, tengo los gemelos doloridos , agujetas en todo el cuerpo, me noto más firme y lo mejor… no he sudado. ¿Por qué me engaño de esa forma? Y lo peor de todo es que no me soporto así, tan petarda. Esto tiene que cambiar de una manera rotunda y firme; me hago daño y pierdo credibilidad entre los que me rodean. Y lo peor, la pierdo conmigo misma. No me entusiasma correr, está claro, pero después de pasar tanto tiempo sentada estudiando, necesito estirar las piernas y sería una buena manera de hacerlo y encima estar en forma, por salud más que nada. Pero de verdad que me canso sólo de pensarlo.

Pero no sólo me pasa con el deporte, qué va!! (bueno, con la bici no me pasa) me pasa en general con cantidad de cosas que tengo que hacer, que prometo hacer, que debo hacer y que siempre me empeño en buscarle excusas.

Me tomo el pelo a menudo y me trato de tonta, qué se le va a hacer….

PROMETO que lo voy a remediar.

4 comentarios:

wua dijo...

Prometido que lo harás,eso lo sé yo!!;)

Rut dijo...

Estamos en ello!!!

Raquel dijo...

¿Qué tal si nos prometemos ser menos exigentes y más tolerantes con nosotras mismas?
Y lo digo en plural porque me identifico muchísimo con lo que dices, ya sabes que yo también me pongo los listones altos, le doy mil vueltas a la cabeza...
Como profesoras sabemos muy bien que las regañinas hay que dosificarlas para que sean efectivas porque son muy desmotivantes así que practiquemos con nosotras mismas.
Tal vez salir a correr 10 minutos todos los días para nosotras que no tenemos un hábito de deporte (y tú aún tienes el de la bici que yo ni con la wii...)no sea un comienzo adecuado.
Ahora que viene el buen tiempo ¿qué tal salir a pasear? Porque eso nos quitaría la pereza de salir a la calle que ya allana muchísimo el camino.
Justamente esta mañana andaba pensando en eso porque hace sol y con la excusa del tatuaje me miro la barriga más de lo normal. Así que yo voy a aprovechar la excusa de ir a la consejería para darme un paseito.
Espero que me cuentes tú también que has salido a la calle a caminar lo que ese día surja;)

María Ángeles dijo...

Pues querida amiga, para mí, lo que nos impide cumplir nuestras promesas a los demás, y a nosotros mismos se llama MIEDO. Es el gran boicoteador de todos nuestros proyectos de vida, la causa de que todas nuestras ilusiones se vayan al garete.
Miedo al qué dirán, a si sale mal, a las personas que nos pueden impedir que salga todo adelante...
Pienso que debemos confiar más en nuestra magia interior, y primero saber qué queremos y no perder la ilusión. Recuerdo la primera vez que salí a practicar Tai Chi al parque y al principio pensaba lo mismo que tú, pero decidí no temer nada, disfrutar de mi práctica y conectarme con la naturaleza. Y si alguien critica, tenle compasión por tener la vida tan vacía para reírse de tí.
Te quiero.
Marigel.