Hoy me he levantado cantando esta canción.
Recuerdo que salió en el verano de 2001. Yo andaba de “bolos” con el cuarteto “Atlántida” (Santi, andas por ahí?) y Santi (The BOss) la solía poner en los descansos; claro que, lo hacía para nuestro deleite y descanso auditivo de la pachanga varia, que no es por desmerecerla, pero cuatro horas a lo Riki Martin, cansa, palabra . Normalmente no gustaba y siempre alguno del pueblo venía y decía “macho, que nos dormimos”, pero mientras Santi subía al escenario, la bajaba, cambiaba o hacía lo que tenía que hacer… podía canturrearla bajito y llenó muchos días de ese verano.
No es un secreto que Joaquín Sabina es uno de mis poetas preferidos (que no cantante, ay!!) pero en la voz de Ana Belén se transforma en algo mágico.
Os dejo la letra y os invito a cantarla conmigo, así, poquito a poco, dejando que las palabras fluyan con la melodía y vayan construyendo un momento único.
Y os lanzo un desafío : ¿os atrevéis a interpretarla?
Se llamaba Alain Delon
El viajero que quiso enseñarme a besar
En la Gare d´Austerlitz.
Primavera de un amor,
Amarillo y fugaz como el sol
Del veranillo de San Martín.
Hay quien dice que fui yo
La primera en olvidar,
Cuando en un si bemol de Jacques Brel
Me perdí "dans le port d´Amsterdam."
En la fatua Nueva York
Da más sombra que los limoneros
La estatua de la Libertad.
Pero en Desolation Row,
Las sirenas de los petroleros,
No dejan reír ni volar.
Y en el coro de Babel,
Desafina un español.
No hay más ley que la ley del tesoro
En las minas del rey Salomón.
Desafiando el oleaje
Sin timón ni timonel,
Por mis sueños va ligero de equipaje
Sobre un cascarón de nuez
Mi corazón de viaje,
Luciendo los tatuajes
De un pasado bucanero
De un velero al abordaje,
De un no te quiero querer.
Y cómo huir
Cuando no quedan islas para naufragar
Al país donde los sabios
Se retiran del agravio
De buscar labios
Que sacan de quicio.
Mentiras que ganan juicios tan sumarios
Que envilecen el cristal de los acuarios
De los peces de ciudad,
Que perdieron las agallas
En un banco de morralla.
Que nadan por no llorar.
El Dorado era un champú,
La virtud unos brazos en cruz,
El pecado una página web.
En Macondo comprendí
Que al lugar donde has sido feliz
No debieras tratar de volver.
Cuando en vuelo regular,
Surqué el cielo de Madrid,
Me esperaban dos pies en el suelo
Que no se acordaban de mí.
Desafiando el oleaje
Sin timón ni timonel
Por mis sueños va ligero de equipaje
Sobre un cascarón de nuez
Mi corazón de viaje,
Luciendo los tatuajes
De un pasado bucanero
De un velero al abordaje,
De un no te quiero querer.
Y cómo huir
Cuando no quedan islas para naufragar
Al país donde los sabios
Se retiran del agravio
De buscar labios
Que sacan de quicio.
Mentiras que ganan juicios tan sumarios
Que envilecen el cristal de los acuarios
De los peces de ciudad,
Que perdieron las agallas
En un banco de morralla.
En una playa sin mar