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miércoles, 23 de junio de 2010

Palabras para Julia, palabras para mí, palabras para tod@s

Hoy, a falta de menos de 48 horas de enfrentarme a un papel en blanco esperando que las musas vengan a verme (aunque sea sólo para dedicarme una sonrisa), hoy, que empiezo a notar el cansancio, hoy, que divago y me pregunto por qué a veces se apodera de mi la locura y se me ocurren cosas tan extravagantes como presentarme a unas oposiciones, hoy, que creo que a veces soy valiente y otras la más cobarde de todas las mujeres… hoy me he acordado de este poema de José Agustín Goytisolo: Y me he acordado de que se suicidó después y que no entiendo cómo alguien que suplica un canto a la esperanza, pueda caer en la más absoluta desesperanza, tanto como para quitarse la vida.

Y me he acordado, me las aplico y os las regalo.

PALABRAS PARA JULIA

Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.

Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.

Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.

Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.

Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.

Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.

Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.

Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.

Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso

martes, 15 de junio de 2010

14 de Junio, pasadas las 13:00

 

El día que dejó de cocinar nos dimos cuenta. Sentada en su butaca me miraba con aquellos ojos picarones y una sonrisita maliciosa entre dientes. Recuerdo que le di un beso, sonoro, en la cara, bien apretado, como a ella le gustaba. Antes de llegar al salón, el abuelo me había abierto la puerta ataviado con un delantal y un cucharón en la mano.” ¿Y eso? “ pregunté. “Nada hija, tu abuela que dice que no cocina más”. Increíble, ¿mi abuela se rebelaba en huelga de cocineras? ¿La misma mujer que no dejaba entrar a nadie en sus fogones y que, cuando le preguntabas por una receta nunca te la daba completa? ¿la misma que sólo era feliz cuando dejabas que te llenase el plato una y otra vez?  Estará mala, “¿estás bien?” le pregunté después de darle el beso, y meciéndose y riéndose me dijo muy tranquilamente “¿yooo? estupendamente. Aquí el que tenga hambre que se haga de comer, yo ya he cocinado bastante”.

Y detrás una sonora  carcajada.

Esa frase lapidaria fue el signo inequívoco de que algo estaba fallando. Puede parecer una estupidez y no conozco el Alzheimer desde un punto de vista teórico como  para saber si lo que digo está fundamentado o no, pero tengo la sensación de que de algún modo, algo en ella se liberó : empezaron a surgir en su enfermedad síntomas de una hartura contenida, de una vida un tanto frustrada por lo que le había tocado vivir, verdades como puños que no se había atrevido hablar. Aquello sólo fue el principio de una larga cadena de acontecimientos vertiginosos que nos fueron separando de ella. Era su cuerpo, su preciosa carita, su voz… pero allí no estaba Teresa. Y aprendimos a convivir con la nueva Teresa que nos dejaba rastros tímidos de la que amamos una vez. Pero también la quisimos. Hasta el día que marchó, en una agonía injusta para una vida dedicada a todos,  la quisimos, nos reímos, le procuramos buenos momentos, bailamos con ella, cantamos con ella, y el abuelo, hombre duro donde los halla, estuvo a su lado con todo el cariño que jamás yo había visto en él.

Quizás lo más duro de todo esto fue ver cuando era consciente de su pérdida, cuando hacía un esfuerzo por reconocernos y no podía, cuando se sentía asustada, perdida, sola … revolvía en su mente buscando explicación a cosas sin sentido. Su marido (mi abuelo)había pasado a formar parte de la familia siendo “el abuelo” pero el otro, al que buscaba por las noches, andaba de bares con las fulanas del barrio. Mi abuelo , con una paciencia infinita que jamás tuvo, la tranquilizaba, la acariciaba e incluso había veces que se vestían y salían a buscar al bar de enfrente a “el hombre” que se iba y la dejaba sola con el viejo y su hermano (muerto hacía años). Fue terrible ver cómo sufría por estas cosas y ver cómo mi abuelo con sus 86 años, fabricaba un cariño y una ternura inusuales.

Pero, a pesar de su enfermedad, siempre tenía una sonrisa, un gesto amable, una caricia para regalarte… nunca se quejó ni se lamentó de su suerte; aceptaba cada momento con gallardía y arrojo, incluso cuando era consciente y te reconocía, te llenaba de un “hola presiosa”, con esa gracia andaluza que le caracterizaba.

Cuando me siento perdida, vuelvo los ojos hacia atrás. Pero no para pensar o recordar aquello de “cualquier tiempo pasado fue mejor” . En absoluto; en la inocencia que presumo mantener, aún quedan esas palabras mágicas “lo mejor está por llegar”.

Acudo a mis recuerdos (como decía la maravillosa Luz casal) como un bálsamo para mis pequeños tropiezos. Tengo la fortuna de olvidar lo malo, hasta tal punto, que todo lo que me ha sucedido en la vida, lo considero maravilloso, total, es mi vida, en mi mano está ver cómo la interpreto; si sé manejarla o no, eso ya será cuestión de paciencia y esmero.

Pero hay tanta gente a la que el recuerdo me lleva…  A los que he querido tanto… y de los que tanto he aprendido.

Recuerdo a mis titas, las de Málaga, las historias de mi abuela, niñas educadas sin madre con un padre jardinero a la vez que tocaba el violín a poyado en la tripa con un conjunto de verdiales por los montes de Málaga. Una vez , me moría de risa, cuando mi abuela vio en la TV un concierto de música clásica y muy sorprendida apunta : “digo, ¿y esa gente, por qué se pone el violín en el pescuezo?” Nunca entendió que el peculiar era su padre que debía tener un arte portentoso para tocar el violín sujeto de esa extraña forma…pero mi abuela era un ser extraordinario. Hasta cuando le sobrevino la locura lo siguió siendo.

Y hoy, un día de esos que mejor olvidar, me han venido a la memoria todas las personas que he conocido y han luchado como leonas por vivir… ya ni siquiera por ser felices, por ser más o menos, por estar mejor o peor, no, simplemente por estar, por seguir estando en este maravilloso espacio que es la vida .

No tengo derecho a quejarme, no tengo ningún argumento para tirar la toalla;  aún en este momento en que me siento impotente ante la adversidad, necesito pensar en ellos, en ellas, en todos y en cada uno de vosotros que, de algún modo me enseñáis cada día. Y quiero ser así : valiente y poderosa.

En la fuerza que emana de ese recuerdo está la mía y por ellos es que debo seguir con la alegría que dicen, me sobra.

viernes, 11 de junio de 2010

La luna perdida

la-luna-es-un-globo Imagen cogida de Internet

A Feli no le gustaba demasiado aquello, pero qué se le iba a hacer, se lo había prometido. El ruido de las atracciones, la música ensordecedora, las luces, la cantidad de gente sin organización (ya se sabe, en estos sitios cada uno va por donde puede), el polvo, los “tomboleros” anunciando el premio del día, el olor a rancio de las freidurías mezclado con el de palomitas, algodones de azúcar, manzanas de caramelo, los puestos de encurtidos: altramuces, aceitunas, berenjenas gigantes…… no lo soportaba, pero se lo había prometido y una promesa hay que cumplirla, si no… dejan de creer en ti.

Había perdido la cuenta de la cantidad de dinero que llevaba gastado, todo lo quería , a todo quería subirse y sólo por ver la carita de felicidad que ponía merecía la pena aguantar un poco. “Hombre, se decía, menos mal que sólo es una vez al año… y eso porque no se entera de las de otros pueblos…menos mal, y bueno, no estás con tu sobrino todos los días”. Se sentía afortunado de que las atracciones fueran demasiado pequeñas para él, lo que le faltaba!! se mareaba sólo con verlas, así que… mucho mejor así. Esperaba de pie, al lado de otros sufridores y saludando al pequeño cada vez que pasaba por su vista en aquellas interminables vueltas de aquellos cacharros infernales.

Hacía tiempo que no se divertía con nada; sumido en sus problemas y en sus rollos personales, tenía una tendencia a verlo todo del peor color posible. Sin curro, casi sin amigos, su novia le había dejado, había vuelto a casa de sus padres…era, en definitiva el peor verano de su vida. Ya no soñaba despierto, como antes, ya no inventaba ilusiones…estaba cansado de tantas decepciones y poco a poco había dejado de tener fe. En la vida, en las´personas, en sí mismo…

No se dio cuenta, el ruido era demasiado fuerte, pero a su lado un pequeño con cara sucia y camiseta de rayas, lloraba sin consuelo. Algo le tiraba de la camiseta y al mirar, se encontró a un sucio mocoso limpiándose las lágrimas con ella, “me cagüen”

-Niño, qué haces?

- perdone, no es usted mi padre?

- pues… que yo sepa , no

- es que se parece… me equivoqué, lo siento

- Venga, no pasa nada… pero esas cochinadas de limpiarte con la camiseta de otro… joder, niño, aunque sea tu padre!!!

- es que se me ha perdido!!

- ¿tu padre?

- no, la luna

- ¿La luna? ¿cómo se te va a perder la luna?

- estaba aquí, conmigo, y se me perdió

Feli miró al cielo, nada: tan sólo una noche cerrada y oscura.

- Chaval, me temo que esta noche la luna no se ve, se te perdió a ti…y a todo el pueblo!! anda que…

- No, no, sí estaba, la tenía aquí en esta cuerda….

El pequeño de cara sucia le mostró a Feli una cuerdecita de algodón que llevaba cogida fuertemente y colgaba hasta caer al suelo.

- Mire, aquí estaba…era blanca, redonda, brillante…preciosa !! me la compró mi padre y ahora no la encuentro !! no sé dónde está…y era mi luna!!

- Bueno – dijo Feli – que te compre otra tu padre, si le encuentras, claro!! . Se rebuscó en los bolsillos a ver cuanto dinero le quedaba, el niño de cara sucia no paraba de llorar y aunque intentaba moverse y que se separase de él, el crío estaba pegado como una lapa. Pensó “¿y si le doy dinero al crío y que se compre otro puñetero globo?”. El carricoche seguía dando vueltas y Feli saludaba a su sobrino cada vez que pasaba. El pequeño de cara sucia seguía llorando , mirando su cuerdecita y al cielo al mismo tiempo.

Feli empezó a sentir algo de angustia con aquello… “joder, y qué hago yo con este enano? buscar a sus padres? “

- Niño, cuánto cuesta el globo?

- ¿qué globo?

- el que llevabas en la mano, el jodío globo que se te ha pinchado, o ha salido volando…

- Señor, yo no tenía un globo, tenía la luna, atadita aquí en esta cuerda y era brillante y redo….

- Sí, sí, vale…redonda, brillante…vale chaval, ¿cuánto costó?

- Me la regaló mi padre… yo se la pedí, quería esa y no otra…era la mía.No puedo perderla, sin ella no podría seguir adelante y por eso , desde que la he perdido, no me he movido de aquí, por si vuelve, pero no vuelve.

Feli no entendía nada… el niño de la .cara sucia no parecía un loco, ni un raterillo que le estuviese tomando el pelo para , en un descuido, robarle la cartera, no parecía asustado por no encontrar a sus padres, pero ¿qué era esa chaladura que llevaba al niño a pensar que tenía la luna atada en una cuerda?

Intentó ponerse en situación, a lo mejor siguiéndole el rollo , entendía algo más… y , sobre todo, dejaba de molestarle

El niño lloraba desconsolado y a Feli se le removió algo por dentro. ¿Qué podía decirle a aquél pequeño? buscó en su memoria alguna de aquellas palabras que habían hecho tanto bien a su alrededor, pero de su cabeza no salía nada… buscó en sus tripas por si allí quedaba alguna otra cosa que no fuese angustia, pero las palabras estaban demasiado apretadas para salir… buscó en su corazón ,en sus sentimientos abandonados desde hacía tiempo y allí encontró una sola respuesta…

- Esa luna no era para tí, seguro.

- ¿cómo, señor? si era la que yo quería….

-Pero ella no te eligió a ti. Mira, las lunas son así, libres, se van cuando menos te lo esperas, cambian de forma, muchas veces de colores, hacen que seamos de una o otra manera…nos vuelven del revés… pero estas no son las buenas, estas son las falsas lunas, las que nos hacen creer que sin ellas no podremos vivir, como tú piensas ahora… pero la luna que sea para ti, será siempre tuya, te hará crecer, hará que seas invencible, te hará más fuerte, te sorprenderá cada día, te hará reír sin control… tu luna nunca te haría llorar, ni sufrir, ni ver la vida negra como la ves ahora…ni dejaría que estuvieras solo…

- pero, entonces?… ¿qué hago?

- No llorar y esperar, confiar en que tu luna llegará y serás el niño más afortunado de la tierra.

- ¿y cómo hago para no estar triste ahora?

- Procura sonreír, y espera… se irá la tristeza y vendrán días mejores… ninguna pena es eterna, y si nos lo parece, no debemos dejar que lo sea,…

El niño le dio un abrazo con todas sus fuerzas y necesitó cerrar los ojos: algo en él cambió. De pronto las luces se hicieron mágicas, los carricoches le parecían naves espaciales venidas de otro planeta, el olor a palomitas hinchó su corazón y sintió un irremediable deseo de comer un algodón de azúcar… Respiró el polvo que levantaba la gente al caminar a su paso…”¡Qué maravilla tanta gente junta!” Quería subir a la noria gigante, entrar en el tren de la risa, que le diera escobazos el señor vestido de bruja, meterse en el laberinto, entre los espejos que te deforman …. comerse un cucurucho de altramuces y pegarse con su sobrino un atracón de palomitas…

Algo tiró de su camiseta y se acordó de que el niño de la cara sucia estaba ahí abrazándole. Pero no, había desaparecido. Era su sobrino que había terminado de dar vueltas en el ahora emocionante cacharro de los aviones voladores…

- Tío…

Miró para todos lados, pero el pequeño de la cara sucia ya no estaba.

- Tío… ¿qué llevas en la mano?

Feli sujetaba un globo enorme de color negro atado con una cuerdecita blanco de algodón

- Algo que no es mío, ni lo quiero. Algo que me ha pesado demasiado tiempo, algo que debo dejar que se vaya…

Y diciendo esto, soltó el globo, que salió disparado hacia el cielo. Su oscuridad se mezcló con la del cielo que de pronto se convirtió en una fiesta de colores y magia impulsada por los cohetes que tiraban desde el puerto.

Buscó con la mirada al niño de la cara sucia pero ya no estaba, preguntó a su sobrino pero este no había visto ningún niño a su lado cuando le saludaba desde su avión del carricoche… No comprendía, no sabía, no entendía pero sin querer se sentía tremendamente feliz, liberado, tranquilo y con unas ganas locas de cantar, gritar sin parar… Cogió a su sobrino en brazos, lo elevó por los aires, se lo subió a hombros diciéndole, con una alegría que su sobrino desconocía:

- “ Te quiero, enano y lo vamos a pasar en grande…!!!.”

En el puesto del algodón de azúcar , un niño con la cara sucia sonreía viendo cómo Feli había vuelto a vivir.

viernes, 4 de junio de 2010

La Tarde


Mar de nubes
Foto tomada en Agosto de 2008 en la Caldera de Taburiente, Isla de La Palma


Dedicado a los que peleáis por seguir cuando lo que el cuerpo pide es otra cosa…. (que hace sueño, vaya).



Se hace cuesta arriba la tarde,

se viste de sueño, de calor y desgana.

Se pasea lenta entre mis dedos,

minutos, segundos que no avanzan…

Tiene un color que asusta,

de un blanco encendido.

Deslumbra y casi mata,

la luz que consigue entrar por la ventana.

Busco la sombra,

la oscuridad que duerme

el frescor que escapa

de esta pequeña estancia.



Se hace cuesta arriba la tarde

la espalda pide tierra

los ojos se me empañan

y deseo que sea como la mañana.

Tiene un olor que llama

a sábanas mojadas

recién tendidas

y a siestas entre malvas.

Busco el silencio,

la quietud del tiempo

de unos ojos cerrados

de un cuerpo que me llama.



Se hace cuesta arriba la tarde

cuando piensas en las horas

en los días

que aún tienes por delante.

Tiene una forma extraña,

de invitarte al sueño

de querer que pares

y de darte un beso.

Busco que me olvide

que se vaya lejos

que deje de robarme

mi precioso tiempo.



Se hace cuesta arriba la tarde

pero al hablar de ella

ha pasado un rato

y sin querer pregunto:

“¿por qué no lo hice antes?”